Las familias han entrado en crisis, y la catequesis parroquial no abarca ya a los pre-adolescentes y adolescentes.
Es preciso no desaprovechar oportunidades para formar espiritualmente a los muchachos.
Hoy la Iglesia es llamada a ser "toda ministerial". Esto significa que también en la pre-adolescencia están llamados a ejercer un servicio propio. No esperemos formar mentalidad de servicio en los adultos, sino crear actitudes de servicio en los muchachos, para asegurar ministros en el futuro.
Por eso es importante la formación de los monaguillos, aun en vista de una elección vocacional más comprometida en la Iglesia.
No podemos negar que nuestros acólitos son, en general, pre-adolescentes.
Queriendo responder a esta urgencia, ofrecemos este subsidio.
Fue naciendo del trabajo con monaguillos pre-adolescentes. Y se han llevado a la práctica las dos primeras etapas, así que no nace en el escritorio.
En la parroquia, el equipo de liturgia había formado un buen grupo de servidores del altar, incluso los había provisto de túnica y espaulario blancos.
Eran 20 muchachos, de entre 10 y 12 años de edad. Se reunían cada ocho días para distribuírse el servicio y realizar algún ensayo. Era una buena oportunidad de trabajo con pre-adolescentes, así que se les fueron ofreciendo algunos temas.
Se pusieron algunas pruebas que debían superar para proseguir adelante, y algunos requisitos de admisión. Porque otros muchachos deseaban ingresar (más por reforzarlos en la liga infantil de fútbol que por ayudar las Misas).
Realizadas las tareas y temas de la primera etapa, recibieron el curso intensivo sobre Eucaristía, ya estructurado, y recibieron sus vestiduras solemnemente.
Este grupo se desbarató por varios motivos. Los nuevos sacerdotes no les aceptaban sus servicios. Hubo dos relevos de sacristanes y tenían distintos criterios para aceptarlos. Muchos eventuales ejercían su función. El instructor se casó y dejó de asesorarlos.
Después de un curso pre-sacramental para rezagados de Primera Comunión, y otro de Confirmaciones, se volvió a iniciar otro intento. Estos muchachos de periferia perseveraron hasta la recepción de vestiduras. El grupo se disolvió por falta de espacios: eran muchos para el templo parroquial y en las capellanías no les daban oportunidad.
Por un tiempo se formaban equipos ocasionales de adolescentes o jóvenes para cubrir alguna ceremonia especial (visita pastoral, toma de posesión de párroco , canta-misas). Se ensayaron algunos trajes laicales, pero preferían albas amplias ceñidas.
Con algunos antiguos elementos que habían seguido el proceso, se planeó un tercer intento. Llegó también sólo a su segunda etapa. Les faltaba experiencia para impartir temas y para manejar grupos. Por eso añadimos un cuarto curso para una cuarta etapa.
Creímos que el material podría ser útil a otros, por eso decidimos publicarlo.
Se trata de simples indicaciones y el señalamiento de un camino, que en cada lugar verán el modo más conveniente de usarlo, según sus circunstancias. Más ahora que la posibilidad del servicio del altar se ha abierto a la participación de mujeres.
Preferimos ofrecer todos los materiales, pues es mejor que abunden elementos.
Este subsidio no es directamente para cada muchacho, sino para sus educadores (catequistas, maestros, instructores, sacerdotes, etc.).
Agradecemos las observaciones, aportaciones y correcciones, nacidas de su variada experiencia, que nos hagan para mejorar este material.
Ponemos en manos de María nuestro servicio, para que su intercesión nos obtenga fecundidad ministerial.
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