viernes, 7 de febrero de 2014
LA MUSICA REGALO DE DIOS
“LA MUSICA REGALO DE DIOS”
Orígenes y algunas de sus fuentes.
Por Miguel Vázquez Aguilar.
No cabe duda que los resultados que se obtuvieron los primeros años después de la conquista,
fueron notables, en esta transformación y floración es necesario no perder de vista un factor
especial que en gran parte explica estos fenómenos: el indio poseía una disciplina especial para el
estudio de la música, pues como ya se ha anotado anteriormente, tenían una organización musical
fuerte y vigorosa, rígida y férrea, que obligaba a todos, bajo pena de muerte, a ser perfectos no
solamente en la ejecución de sus danzas, sino también en la música.
Por otra parte, el uso que el indígena hacía de la música, se complementaba con el empeño
de los misioneros y sacerdotes: en cierto modo, los naturales no hacían más que prolongar la
supervivencia de una costumbre y de una tradición que tomaba nuevas modalidades; es decir, así
habían festejado antes a sus dioses protectores: veían y sentían lógico, como consecuencia, que la
música fuera una parte importante y esencial en el nuevo culto que se les enseñaba.
Existió, sin embargo, una dificultad y una costumbre que aún hasta nuestros días no ha sido
posible desarraigar: estaban aferrados a sus danzas. Los esfuerzos hechos para acabar con esta
modalidad se estrellaban ante la tenaz resistencia que ofrecían. El recurso fue no eliminarlas sino
cambiarlas de intención en su dedicación; inclusive surgieron otras en que los actuantes eran
moros y cristianos, santos y personajes.
De cómo lo dicho fue objeto de preocupación lo demuestra la circunstancia de que los tres
Concilios Mexicanos realizados en el siglo XVI, discutieron y trataron el punto con gran empeño,
asentando conclusiones y recomendaciones terminantes.
Pero hubo una aportación europea más, que bien pudo haber tenido la intención de ir
destruyendo costumbres antiguas: así consideramos las representaciones teatrales, (Pastorelas,
Autos Sacramentales y Misterios) que también fueron practicados prontamente.
Existen datos de que el 25 de marzo de 1538 fue representado el Auto Sacramental “La caída
de nuestros primeros padres”, que terminaba con un villancico en castellano. Dicho villancico,
considerado por García Icazbalceta “como la muestra más antigua que conozco de la poesía
colonial”, dice así:
Para qué comió La primer casada,
Para qué comió La fruta vedada.
La primer casada Ella y su marido,
A Dios han traído En pobre posada,
Por haber comida La fruta vedada.
El lunes 24 de junio de 1538, según relata Motolinia, se hicieron otras representaciones en
Tlaxcala que fueron: “La anunciación de la natividad de San Juan Bautista, hecha a su padre
Zacarías, que tardo en ella una hora, acabando con un gentil motete en canto de órgano. Y luego
adelante, en otro tablado, representaron la Anunciación de nuestra Señora…antes de la misa…en
otro cadalso…representaron la Visitación de Nuestra Señora a Santa Isabel…Después de la misa, se
representó la Natividad de San Juan…”
Continuara………………….
Dia de la Candelaria
Presentación de Jesús al templo (Fiesta de la Candelaria) | |||
2 de febrero. José y María llevaron a Jesús al templo de Jerusalén, también se conoce como "Día de la Candelaria". Este día también se celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada | |||
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Guerra Cristera
La Guerra Cristera |
En 1924, Plutarco Elías Calles, siendo Presidente, complicó más las relaciones entre el gobierno y los católicos, pues pensaba que un católico no podía ser un buen ciudadano ya que su primera lealtad es con Roma. Con lo cual, Calles proponía un nacionalismo nuevo, en el cual los ciudadanos no deberían lealtad a nadie más que al propio Estado. El 21 de febrero de 1925, Calles intentó crear una iglesia nacional con el apoyo de la Iglesia Católica Apostólica Mexicana (ICAM), encabezada por el sacerdote renegado, Joaquín Pérez. Lo que significó una división dentro del catolicismo pues la ICAM proponía seguir la misma doctrina católica pero sin relación alguna con el Papa, quedando como líder el mismo Pérez en calidad de Patriarca. La iglesia nacional se apoderó del templo de la Soledad para poder establecerse; pero fallaron en el intento pues la parroquia fue recuperada el día 23 por el pueblo, hecho que ocasionó que un gran número de católicos se movilizaran para defender las iglesias. Varios grupos de católicos se juntaron para formar la Liga Nacional para la Defensa de la Libertad Religiosa en marzo, dirigida por Manuel Palomar y Vizcarra. Ellos pretendían conseguir la libertad religiosa pro medios constitucionales. Este grupo rápidamente se extendió en el país, sin embargo se declaró ilegal, por lo que tuvieron que trabajar clandestinamente. También se formó un Comité Episcopal a fin de tratar de llegar a un acuerdo con el gobierno. El 4 de febrero de 1926, el periodista Ignacio Monroy del periódico El Universal, publicó las declaraciones hechas por el arzobispo de México José Mora y del Río en rechazo al anticlericalismo de la Constitución, lo que provocó la detención del arzobispo, mientras en Roma el Papa aconsejaba a los católicos que se abstuvieran de participar en la política. Calles tomó esta publicación como una ofensa y un reto al gobierno, así que ordenó al Congreso reglamentar el artículo 130, mejor conocido como la Ley de Calles. En este artículo demandaba la clausura de escuelas religiosas y la expulsión de sacerdotes extranjeros. También se limitaba el número de sacerdotes a uno por cada seis mil habitantes, además de registrarse ante las autoridades municipales, quienes otorgarían su respectiva licencia para ejercer, incluía también delitos relativos a la enseñanza haciendo desaparecer la libertad de enseñanza y el derecho de educar a las personas en la fe. Por su parte, los obispos consideraron que no existían garantías para ejercer su ministerio y emitieron un comunicado avalado por Roma donde se anunciaba que se había decidido suspender los cultos desde el 1 de Agosto, día que entró en vigor la Ley de Calles. Pero el pueblo mexicano que era muy católico se congregó en las iglesias un día antes para celebrar muchos bautizos, matrimonios, etc. |
La Música Regalo de Dios
“LA MUSICA REGALO DE DIOS”
Orígenes y algunas de sus fuentes.
Por Miguel Vázquez Aguilar.
El Padre Mendieta, sucesor de los doce franciscanos que emprendieron la evangelización de
México, dice:¨”Una cosa puedo afirmar con verdad: que en todos los reinos de la Cristiandad no
hay tanta copia de flautas, chirimías, sacabuches, orlos, trompetas y atabales, como en solo este
reino de la Nueva España. Órganos también los tienen todas cuasi las iglesias donde hay religiosos,
y aunque los indios no toman el cargo de hacerlo, sino maestros españoles, los indios son los que
labran lo que es menester para ellos, y los mismos indios los tañen en nuestros conventos”.
Motolinia, por su parte, dice: “En lugar de órganos tienen músicos de flautas concertadas, que
parecen propiamente órganos de palo, porque son muchas flautas. Esta música enseñaron a
los indios ministriles de Castilla que pasaron a su tierra, y como no hubo quien juntos les diese
de comer, rogáronles se repartiesen por los pueblos de los indios a los enseñar, pagándoles y
así lo enseñaron: e yo ví afirmar a estos ministriles españoles, que lo que estos indios naturales
deprendían, no lo deprendían en España los españoles en dos años; porque en dos meses
cantaban muchas misas, magnificat y motetes, etc. Aquí en Tlaxcala un mancebo cantor antes
de esto tañía una flauta, que sin maestro el mesmo se enseñó unos puntos, desque vio lo que se
habían enseñádo, juntóse con ellos, y en una semana tañó todo lo que la capilla de flautas tañía,
que decía su maestro, que él no supo tanto en dos años”. “Aquí en Tlaxcala estaba un español
que tañía rabel, e un indio hizo hacer otro rabel, y rogó al español que lo enseñase, y él dióle dos o
tres liciones, en las cuales deprendió todo lo que el español sabía, e antes de diez días sin haberlo
visto, tomaba con el rabel entre flautas tiple, y discantaba entre las flautas o sobre las flautas, E
agora he sabido que en México hay maestro que sabe tañer vihuela de arco, e ya tiene hechas
todas cuatro voces, y en comenzaron a tañer. Bien creo yo que antes del año sepan tanto e más
que los indios que su maestro, o ellos podrían poco, y que luego haya otros que los contrafagan”.
Torquemada, por su parte, afirma: “La primera cosa que aprendieron a cantar los indios fue la
misa de Nuestra Señora, que comienza: Salve Sancta Parents. No hay pueblo de cien vecinos que
no tenga cantores, que oficien en las misas y vísperas de canto de órgano y con sus ministriles, e
instrumentos de música; no hay aldehuela, por pequeña que sea que deje de tener siquiera tre o
cuatro indios, que canten cada día en su iglesia las Horas de Nuestra Señora, especialmente en la
provincia de Mechoacán y Xalisco”.
Cabe anotar en lo que se refiere a los cantantes y músicos que se dedicaban al servicio del culto
en cada poblado, ciudad o villa, que, en general, fue tan elevado, que hubo necesidad de fijar, por
reglamento, cuál sería el número de los que a tal fin debían dedicarse. Así, por ejemplo, y entre
los más numerosos estaba Toluca con 30 cantores, 10 trompeteros y dos maestros de capilla;
señalándose a Zacatlán, Xilotepec y Metztitlán con 24 cantores. Fijábanseles, también, un salario
anual de $2.00 (dos pesos) en oro como promedio.
Este dato ofrece un contraste evidente con la situación que actualmente se comprueba, pues
puede afirmarse que, especialmente en las pequeñas ciudades y poblados, no hay más de una o
dos personas que se dedican al mismo fin. (Descártanse, desde luego, las capitales de estado y el
Distrito Federal).
Fray Juan de Torquemada.
Continuara………………………………….
San Antonio de Padua
San Antonio nació en Portugal, pero adquirió el apellido por el que lo conoce el mundo, de la ciudad italiana de Padua, donde murió y donde todavía se veneran sus reliquias.
León XIII lo llamó "el santo de todo el mundo", porque su imagen y devoción se encuentran por todas partes.
Llamado "Doctor Evangélico". Escribió sermones para todas las fiestas del año
"El gran peligro del cristiano es predicar y no practicar, creer pero no vivir de acuerdo con lo que se cree" -San Antonio
"Era poderoso en obras y en palabras. Su cuerpo habitaba esta tierra pero su alma vivía en el cielo" -un biógrafo de ese tiempo.
Patrón de mujeres estériles, pobres, viajeros, albañiles, panaderos y papeleros. Se le invoca por los objetos perdidos y para pedir un buen esposo/a. Es verdaderamente extraordinaria su intercesión.
Vino al mundo en el año 1195 y se llamó Fernando de Bulloes y Taveira de Azevedo, nombre que cambió por el de Antonio al ingresar en la orden de Frailes Menores, por la devoción al gran patriarca de los monjes y patrones titulares de la capilla en que recibió el hábito franciscano. Sus padres, jóvenes miembros de la nobleza de Portugal, dejaron que los clérigos de la Catedral de Lisboa se encargaran de impartir los primeros conocimientos al niño, pero cuando éste llegó a la edad de quince años, fue puesto al cuidado de los canónigos regulares de San Agustín, que tenían su casa cerca de la ciudad. Dos años después, obtuvo permiso para ser trasladado al priorato de Coimbra, por entonces capital de Portugal, a fin de evitar las distracciones que le causaban las constantes visitas de sus amistades.
No le faltaron las pruebas. En la juventud fue atacado duramente por las pasiones sensuales. Pero no se dejó vencer y con la ayuda de Dios las dominó. El se fortalecía visitando al Stmo. Sacramento. Además desde niño se había consagrado a la Stma. Virgen y a Ella encomendaba su pureza.
Una vez en Coimbra, se dedicó por entero a la plegaria y el estudio; gracias a su extraordinaria memoria retentiva, llegó a adquirir, en poco tiempo, los más amplios conocimientos sobre la Biblia. En el año de 1220, el rey Don Pedro de Portugal regresó de una expedición a Marruecos y trajo consigo las reliquias de los santos frailes-franciscanos que, poco tiempo antes habían obtenido allá un glorioso martirio.Fernando que por entonces había pasado ocho años en Coimbra, se sintió profundamente conmovido a la vista de aquellas reliquias y nació en lo íntimo de su corazón el anhelo de dar la vida por Cristo.
Poco después, algunos frailes franciscanos llegaron a hospedarse en el convento de la Santa Cruz, donde estaba Fernando; éste les abrió su corazón y fue tan empeñosa su insistencia, que a principio de 1221, se le admitió en la orden. Casi inmediatamente después, se le autorizó para embarcar hacia Marruecos a fin de predicar el Evangelio a los moros. Pero no bien llegó a aquellas tierras donde pensaba conquistar la gloria, cuando fue atacado por una grave enfermedad (hidropesía),que le dejó postrado e incapacitado durante varios meses y, a fin de cuentas, fue necesario devolverlo a Europa. La nave en que se embarcó, empujada por fuertes vientos, se desvió y fue a parar en Messina, la capital de Sicilia. Con grandes penalidades, viajó desde la isla a la ciudad de Asís donde, según le habían informado sus hermanos en Sicilia, iba a llevarse a cabo un capítulo general. Aquella fue la gran asamblea de 1221, el último de los capítulos que admitió la participación de todos los miembros de la orden; estuvo presidido por el hermano Elías como vicario general y San Francisco, sentado a sus pies, estaba presente. Indudablemente que aquella reunión impresionó hondamente al joven fraile portugués.Tras la clausura, los hermanos regresaron a los puestos que se les habían señalado, y Antonio fue a hacerse cargo de la solitaria ermita de San Paolo, cerca de Forli. Hasta ahora se discute el punto de si, por aquel entonces, Antonio era o no sacerdote; pero lo cierto es que nadie ha puesto en tela de juicio los extraordinarios dones intelectuales y espirituales del joven y enfermizo fraile que nunca hablaba de sí mismo. Cuando no se le veía entregado a la oración en la capilla o en la cueva donde vivía, estaba al servicio de los otros frailes, ocupado sobre todo en la limpieza de los platos y cacharros, después del almuerzo comunal.
Mas no estaban destinadas a permanecer ocultas las claras luces de su intelecto. Sucedió que al celebrarse una ordenación en Forli, los candidatos franciscanos y dominicos se reunieron en el convento de los Frailes Menores de aquella ciudad. Seguramente a causa de algún malentendido, ninguno de los dominicos había acudido ya preparado a pronunciar la acostumbrada alocución durante la ceremonia y, como ninguno de los franciscanos se sentía capaz de llenar la brecha, se ordenó a San Antonio, ahí presente, que fuese a hablar y que dijese lo que el Espíritu Santo le inspirara. El joven obedeció sin chistar y, desde que abrió la boca hasta que terminó su improvisado discurso, todos los presentes le escucharon como arrobados, embargados por la emoción y por el asombro, a causa de la elocuencia, el fervor y la sabiduría de que hizo gala el orador. En cuanto el ministro provincial tuvo noticias sobre los talentos desplegados por el joven fraile portugués, lo mandó llamar a su solitaria ermita y lo envió a predicar a varias partes de la Romagna, una región que, por entonces, abarcaba toda la Lombardía. En un momento, Antonio pasó de la oscuridad a la luz de la fama y obtuvo, sobre todo, resonantes éxitos en la conversión de los herejes, que abundaban en el norte de Italia, y que, en muchos casos, eran hombres de cierta posición y educación, a los que se podía llegar con argumentos razonables y ejemplos tomados de las Sagradas Escrituras.
En una ocasión, cuando los herejes de Rímini le impedían al pueblo acudir a sus sermones, San Antonio se fue a la orilla del mar y empezó a gritar: "Oigan la palabra de Dios, Uds. los pececillos del mar, ya que los pecadores de la tierra no la quieren escuchar". A su llamado acudieron miles y miles de peces que sacudían la cabeza en señal de aprobación. Aquel milagro se conoció y conmovió a la ciudad, por lo que los herejes tuvieron que ceder.
A pesar de estar muy enfermo de hidropesía, San Antonio predicaba los 40 días de cuaresma. La gente presionaba para tocarlo y le arrancaban pedazos del hábito, hasta el punto que hacía falta designar un grupo de hombres para protegerlo después de los sermones.
Además de la misión de predicador, se le dio el cargo de lector en teología entre sus hermanos. Aquella fue la primera vez que un miembro de la Orden Franciscana cumplía con aquella función. En una carta que, por lo general, se considera como perteneciente a San Francisco, se confirma este nombramiento con las siguientes palabras: "Al muy amado hermano Antonio, el hermano Francisco le saluda en Jesucristo. Me complace en extremo que seas tú el que lea la sagrada teología a los frailes, siempre que esos estudios no afecten al santo espíritu de plegaria y devoción que está de acuerdo con nuestra regla". Sin embargo, se advirtió cada vez con mayor claridad que, la verdadera misión del hermano Antonio estaba en el púlpito. Por cierto que poseía todas las cualidades del predicador: ciencia, elocuencia, un gran poder de persuasión, un ardiente celo por el bien de las almas y una voz sonora y bien timbrada que llegaba muy lejos. Por otra parte, se afirmaba que estaba dotado con el poder de obrar milagros y, a pesar de que era de corta estatura y con cierta inclinación a la corpulencia, poseía una personalidad extraordinariamente atractiva, casi magnética. A veces, bastaba su presencia para que los pecadores cayesen de rodillas a sus pies; parecía que de su persona irradiaba la santidad. A donde quiera que iba, las gentes le seguían en tropel para escucharle, y con eso había para que los criminales empedernidos, los indiferentes y los herejes, pidiesen confesión. Las gentes cerraban sus tiendas, oficinas y talleres para asistir a sus sermones; muchas veces sucedió que algunas mujeres salieron antes del alba o permanecieron toda la noche en la iglesia, para conseguir un lugar cerca del púlpito. Con frecuencia, las iglesias eran insuficiente para contener a los enormes auditorios y, para que nadie dejara de oírle, a menudo predicaba en las plazas públicas y en los mercados. Poco después de la muerte de San Francisco, el hermano Antonio fue llamado, probablemente con la intención de nombrarle ministro provincial de la Emilia o la Romagna. En relación con la actitud que asumió el santo en las disensiones que surgieron en el seno de la orden, los historiadores modernos no dan crédito a la leyenda de que fue Antonio quien encabezó el movimiento de oposición al hermano Elías y a cualquier desviación de la regla original; esos historiadores señalan que el propio puesto de lector en teología, creado para él, era ya una innovación. Más bien parece que, en aquella ocasión, el santo actuó como un enviado del capítulo general de 1226 ante el Papa, Gregorio IX, para exponerle las cuestiones que hubiesen surgido, a fin de que el Pontífice manifestara su decisión. En aquella oportunidad, Antonio obtuvo del Papa la autorización para dejar su puesto de lector y dedicarse exclusivamente a la predicación. El Pontífice tenía una elevada opinión sobre el hermano Antonio, a quien cierta vez llamó "el Arca de los Testamentos", por los extraordinarios conocimientos que tenía de las Sagradas Escrituras.
Desde aquel momento, el lugar de residencia de San Antonio fue Padua, una ciudad donde anteriormente había trabajado, donde todos le amaban y veneraban y donde, en mayor grado que en cualquier otra parte, tuvo el privilegio de ver los abundantísimos frutos de su ministerio. Porque no solamente escuchaban sus sermones multitudes enormes, sino que éstos obtuvieron una muy amplia y general reforma de conducta. Las ancestrales disputas familiares se arreglaron definitivamente, los prisioneros quedaron en libertad y muchos de los que habían obtenido ganancias ilícitas las restituyeron, a veces en público, dejando títulos y dineros a los pies de San Antonio, para que éste los devolviera a sus legítimos dueños. Para beneficio de los pobres, denunció y combatió el muy ampliamente practicado vicio de la usura y luchó para que las autoridades aprobasen la ley que eximía de la pena de prisión a los deudores que se manifestasen dispuestos a desprenderse de sus posesiones para pagar a sus acreedores. Se dice que también se enfrentó abiertamente con el violento duque Eccelino para exigirle que dejase en libertad a ciertos ciudadanos de Verona que el duque había encarcelado. A pesar de que no consiguió realizar sus propósitos en favor de los presos, su actitud nos demuestra el respeto y la veneración de que gozaba, ya que se afirma que el duque le escuchó con paciencia y se le permitió partir, sin que nadie le molestara.
Después de predicar una serie de sermones durante la primavera de 1231, la salud de San Antonio comenzó a ceder y se retiró a descansar, con otros dos frailes, a los bosques de Camposampiero. Bien pronto se dio cuenta de que sus días estaban contados y entonces pidió que le llevasen a Padua. No llegó vivo más que a los aledaños de la ciudad. El 13 de junio de 1231, en la habitación particular del capellán de las Clarisas Pobres de Arcella recibió los últimos sacramentos. Entonó un canto a la Stma. Virgen y sonriendo dijo: "Veo venir a Nuestro Señor" y murió. Era el 13 de junio de 1231. La gente recorría las calles diciendo: "¡Ha muerto un santo! ¡Ha muerto un santo!.Al morir tenía tan sólo treinta y cinco años de edad. Durante sus funerales se produjeron extraordinarias demostraciones de la honda veneración que se le tenía. Los paduanos han considerado siempre sus reliquias como el tesoro más preciado.
San Antonio fue canonizado antes de que hubiese transcurrido un año de su muerte; en esa ocasión, el Papa Gregorio IX pronunció la antífona "O doctor optime" en su honor y, de esta manera, se anticipó en siete siglos a la fecha del año 1946, cuando el Papa Pío XII declaró a San Antonio "Doctor de la Iglesia".
Se le llama el "Milagroso San Antonio" por ser interminable lista de favores y beneficios que ha obtenido del cielo para sus devotos, desde el momento de su muerte. Uno de los milagros mas famosos de su vida es el de la mula: Quiso uno retarle a San Antonio a que probase con un milagro que Jesús está en la Santa Hostia. El hombre dejó a su mula tres días sin comer, y luego cuando la trajo a la puerta del templo le presentó un bulto de pasto fresco y al otro lado a San Antonio con una Santa Hostia. La mula dejó el pasto y se fue ante la Santa Hostia y se arrodilló.
Iconografía: Por regla general, a partir del siglo XVII, se ha representado a San Antonio con el Niño Jesús en los brazos; ello se debe a un suceso que tuvo mucha difusión y que ocurrió cuando San Antonio estaba de visita en la casa de un amigo. En un momento dado, éste se asomó por la ventana y vio al santo que contemplaba, arrobado, a un niño hermosísimo y resplandeciente que sostenía en sus brazos. En las representaciones anteriores al siglo XVII aparece San Antonio sin otro distintivo que un libro, símbolo de su sabiduría respecto a las Sagradas Escrituras. En ocasiones se le representó con un lirio en las manos y también junto a una mula que, según la leyenda, se arrodilló ante el Santísimo Sacramento que mostraba el santo; la actitud de la mula fue el motivo para que su dueño, un campesino escéptico, creyese en la presencia real.
San Antonio es el patrón de los pobres y, ciertas limosnas especiales que se dan para obtener su intercesión, se llama "pan de San Antonio"; esta tradición comenzó a practicarse en 1890. No hay ninguna explicación satisfactoria sobre el motivo por el que se le invoca para encontrar los objetos perdidos, pero es muy posible que esa devoción esté relacionada con un suceso que se relata entre los milagros, en la "Chronica XXIV Generalium" (No. 21): un novicio huyó del convento y se llevó un valioso salterio que utilizaba San Antonio; el santo oró para que fuese recuperado su libro y, al instante, el novicio fugitivo se vio ante una aparición terrible y amenazante que lo obligó a regresar al convento y devolver el libro.
En Padua hay una magnífica basílica donde se veneran sus restos mortales.
El Papamóvil (historia)
La palabra papamóvil, y el vehículo específico que define, son en realidad ambas cosas mucho más jóvenes de lo que se cree. Desde tiempos inmemoriales los diversos Sumos Pontífices de turno han venido desplazándose sobre ruedas, pero más que sobre éstas inicialmente tiradas por fuerza animal como fácilmente se creería, aquéllos han sido llevados más en andas sobre la silla gestorial, un engalanado trono descubierto, a hombros de sirvientes (4, 6, 8 ó 12), y a cuya versión cerrada con techo y puertas se le llamaba sedan. Que le cargaran hombres tenía significación reverencial… |
No hay duda que tenemos que reconocer a la "Sedia Gestatoria" como el primer Papamóvil. Esta, que es la que usaba el Papa Pío VII, se exhibe actualmente en el Palacio de Versailles.
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Mas sólo en el siglo XX, con el advenimiento del automóvil, los papas se trasladaron a bordo de transportes motorizados. La panoplia de autos en los que desde los albores de la pasada centuria se ha movido cada Papa es diversa, aunque no extensa. Pero lo que se dice el Papamóvil como tal que conocemos hoy, es cosa de Juan Pablo II. |
Investido de la suprema magistratura eclesiástica el 16 de octubre de 1978, Juan Pablo II, llamado desde sus inicios el Papa Viajero por la frecuencia con que salía del Vaticano, en su intenso pregrinaje mundial que le llevó a 129 naciones, explotó extensamente el vehículo que puso de moda. Fue él quien eliminó el uso de la silla gestorial y la sustituyó por el Papamóvil. Así el vehículo se agenció la primera plana. Sin embargo —dato curioso— a Juan Pablo II nunca le gustó la palabra papamóvil, a la que consideraba indigna y ordinaria y de la que decía que abría las puertas a la sátira. Tenía razón. Como el vocablo papa en español es equivalente a patata, se ha visto alguna caricatura por ahí del tubérculo sobre ruedas. |
Y cuando a consecuencia de la búsqueda de combustibles alternativos para los vehículos se esbozaron motores capaces de quemar fibra de coco, urea o anhídrido sulfhídrico —el "gas de los pantanos", el mismo que emana de las fosas de estiércol en descomposición— a los vehículos que los llevarían se les llamó jocosamente cocomóvil, pipimóvil y cacamóvil. El Papamóvil actual es un Mercedes-Benz ML modificado al efecto. Estecrossover, la firma alemana lo estrenó en el otoño de 1997 como modelo 1998, y ya va por su tercera generación. Esta es otra evidencia de la versatilidad de los SUV’s, pues antes los vehículos en que se movían los papas eran autos. Pero antes de detallar al más contemporáneo de los papamóviles, recorramos primero su árbol genealógico para volver más adelante y a fondo a él. |
LA MUSICA REGALO DE DIOS
“LA MUSICA REGALO DE DIOS”
Orígenes y algunas de sus fuentes.
Por Miguel Vázquez Aguilar.
Pero de alguna manera existía en esta primera fase, una semejanza que era la homofonía y una
comunidad de costumbres, que era la práctica del canto. Había, después, que pasar a la polifonía,
la más preciada y cara conquista de la música occidental en la Edad Media, que poseía en su favor
siete siglos de afanes y experiencias: acerca de esto se puede concluir, definitivamente, que los
mexicanos pre-cortesianos ignoraron y no presintieron la edad media musical europea.
Mas los indígenas, con sus cualidades innatas, prontamente superaron las dificultades. Creemos
que su arraigado sentimiento religioso, (ancestral y sincero en su culto a las divinidades que
veneraban), orientado por los misioneros, ciertamente, en su sentido distinto; así como el
benévolo amparo y protección que recibieron de los propios misioneros, favorecieron su empeño
para alcanzar resultados satisfactorios.
Los Memoriales de Motolinia dan fe de las cualidades y adelantos de los indios. Dichos
Memoriales, escritos unos cuantos años después de la Conquista, alaban no solamente “el vivo
ingenio y memoria” de los indios, sino su capacidad para componer obras a varias partes o voces.
Dicen en una de sus partes: “Algunos mancebos de estos, que digo, han puesto en canto de
órgano villancicos a cuatro voces, y los villancicos en su lengua, y esto parece señal de grande
habilidad, porque aún no los han enseñado a componer, ni contrapunto, y lo que ha puesto en
admiración a los españoles cantores, es que un indio de estos cantores, vecino de esta ciudad de
Tlaxcala (donde Motolinia estuvo como guardián del Convento de 1536 a 1539) ha compuesto una
misa por puro ingenio, y la han oído hartos españoles cantores, buenos cantantes, y dicen que no
le falta nada, aunque no es muy prima”.
El mismo Motolinia añade: “Hay muchos niños de hasta once o doce años que saben leer y
escribir, canto llano y canto de órgano, y aún apuntar para sí varios cantos”.
Otro aspecto que señala la habilidad de los indios es el que se refiere a la construcción de
instrumentos musicales. Se sabe, en forma indudable, que los órganos fueron construidos, en la
escuela de Fray Pedro de gante, en Texcoco, desde el año 1527.
El Padre Mendieta, sucesor de los doce franciscanos que emprendieron la evangelización de
México, dice: “Una cosa puedo afirmar con verdad: que en todos los reinos de la Cristiandad no
hay tanta copia de flautas, chirimías, sacabuches, orlos, trompetas y atabales, como en solo este
reino de la Nueva España. Órganos también los tienen todas cuasi las iglesias donde hay religiosos,
y aunque los indios son los que labran lo que es menester para ellos, y los mismos indios los tañen
en nuestros conventos”.
Para terminar éste capítulo le rendimos un pequeño homenaje a la egregia figura del sabio fraile
franciscano Bernardino de Sahagún, e insertamos su “noticia” acerca de los músicos indígenas:
“El buen cantor alza la voz y canta claro, levanta y baja la voz y compone cualquier canto de su
ingenio. El buen cantor es de buena, clara y sana voz, de claro ingenio y de buena memoria, y
canta en tenor, y cantando baja, y sube, y ablanda o templa la voz, entona a los otros, ocúpase
en componer y enseñar la música, y antes que cante en público primero se ensaya. El mal cantor
tiene voz hueca, áspera o ronca, es indocto y bronco, mas por otra parte es presuntuoso y
jactancioso, desvergonzado o envidioso, molesto y enojoso a los demás por cantar mal, es muy
olvidadizo y avariento en no querer comunicar con los otros lo que sabe del canto, y es soberbio y
muy loco”.
Continuara………………………..
Escultura Barroca en España
Escultura Barroca en España
La religión determinó muchas de las características del arte barroco. La iglesia católica se convirtió en uno de los mecenas más influyentes y la Contrarreforma, que quería combatir la difusión del protestantismo, contribuyó a la formación de un arte emocional, dramático y naturalista, con un claro sentido de propaganda de la fe. La temática tratada, por tanto, será casi exclusivamente religiosa.
En España predominan las imágenes religiosas talladas en madera (imaginería) que posteriormente se policroman. Entre los trabajos más destacados están los retablos para altares de iglesias donde aparecen figuras exentas y en bajorrelieve. Los temas mitológicos y profanos están ausentes y sólo en el ámbito de la corte se da escultura monumental.
Las características generales son: sentido de movimiento, energía, tensión, composición asimétrica con predominio de las diagonales y los escorzos, fuertes contrastes de luces y sombras que realzan los efectos escenográficos y el naturalismo.
Las figuras no son simples estereotipos, sino que se presentan de forma individualizada, con personalidad propia. Los artistas buscaban la representación de los sentimientos interiores, las pasiones reflejadas en los rostros de los personajes.
Podemos hablar de la existencia de dos grandes escuelas: la castellana y la andaluza.
Escultura Barroca: la Escuela Castellana
Centrada en Valladolid y Madrid, presenta un realismo exagerado, patético, lleno de dolor y sangre, con un profundo dinamismo y unos rostros de gran expresión, pero sin caer en vulgaridades.
Gregorio Fernández (1576-1639)
De origen gallego, se instaló en Valladolid donde creó un taller con numerosos seguidores. A través de la anatomía intenta revelar la vida interior de sus personajes. Las cabezas son enormemente expresivas. Los ropajes, de formas quebradas y ricas en claroscuro, intensifican su expresión.
En la larga serie de Cristos Yacentes se aprecia la evolución de su estilo, transformando las dulces formas manieristas en otras más naturalistas. Ejemplo, El Cristo Yacente del Pardo.
El Cristo de la Luz de la capilla de la Universidad de Valladolid muestra ya un gran realismo dramático.
Trabajó en grandes retablos que suponen la ejecución de numerosas estatuas y relieves, como el Retablo Mayor de la Iglesia de San Miguel de Vitoria o el retablo del Convento de las Huelgas en Valladolid.
Impulsó el género procesional con varios grupos para los Pasos de Semana Santa. En ellos la composición intenta conjugar las actitudes de las diferentes figuras, logrando atrevidas visuales de escorzo y de abajo a arriba. Ejemplos: el paso Tengo Sed o el del Descendimiento.
Escultura Barroca: la Escuela Andaluza
Se extiende por Sevilla, Granada y Málaga. Huye del realismo exagerado buscando la belleza sin rehusar del contenido espiritual. El realismo se idealiza predominando la serenidad y las imágenes bellas y equilibradas con un modelado suave.
Juan Martínez Montañés (1568-1694)
Es el creador de la escuela sevillana. Su producción es casi toda religiosa. Su talla está bien modelada, sus ropajes voluminosos dan grandiosidad a la imagen y concede gran importancia a la anatomía.
La obra que revela su verdadera personalidad es El Cristo de la Clemencia en la catedral de Sevilla. Sin excesivo dramatismo, con poca sangre y aún vivo, mira hacia abajo en actitud de conversar con el devoto. Responde al crucifijo con dos clavos en los pies, pero para evitar demasiada simetría, las piernas aparecen cruzadas.
Ejecutó obras tan importantes como el Retablo de Santo Domingo, de la que sólo se conserva la estatua de Santo Domingo, que se halla en éxtasis, aunque la expresión sea de calma, de oración interior.
En el Retablo de San Isidoro del Campo, de Santípoce, en Sevilla, destaca la figura de San Jerónimo, que está visto en todo su volumen porque saldría en procesión. Su expresión llega al máximo.
Crea el tipo de Niño Jesús desnudo, delicioso y bello. El de la Catedral de Sevilla desprende ternura, colocado sobre un cojín, extiende sus brazos demandando un abrazo. Supone un acercamiento a los afectos humanos.
La Inmaculada ocupa un lugar especial en su iconografía. Para la catedral de Sevilla hace una Virgen que es una mujer joven, con el manto caído sobre los hombros, con la cabeza levemente inclinada y una pequeña sonrisa ingenua y melancólica que la dota de gran religiosidad.
Juan de Mesa (1583-1627)
Se formó como aprendiz en el taller de Montañés. Sus clientes fueron principalmente cofradías procesionales. El crucifijo es el tema más frecuente en su producción y en especial, las imágenes de Cristo antes de la muerte.
La culminación de su dramatismo está en El Jesús del Gran Poder de la Iglesia de este nombre en Sevilla. Es una imagen procesional de vestir, es la imagen sufriente y envejecida por la cruenta pasión.
Alonso Cano (1601-1667)
Fue un artista completo, pintor, escultor y arquitecto. Su producción pasa por tres momentos, sevillano, madrileño y granadino.
En Sevilla realiza el Retablo de la Iglesia de Nuestra Señora de Oliva de Lebrija. La Virgen de Oliva muestra su estilo idealizado, que aparece de forma solemne, casi hierática, recogiendo su manto en la parte superior.
Para la catedral de Granada hace una Inmaculada. Con la cabeza inclinada, abstraída, parece sobreponerse al espacio y al tiempo. El manto la envuelve en amplias curvas. Se trata de pequeñas imágenes con las que crea tipos nuevos, con un equilibrio armónico entre el idealismo y el realismo.
Pedro de Mena (1628-1688)
Es el gran maestro de la escultura en Granada y fue colaborador de Alonso Cano. Su estilo desde gran virtuosismo. Le gusta la quietud, concentrando la atención en la cabeza y las manos. Huye de la exaltación del dolor, sus rostros están levemente estilizados, sus figuras son lánguidas y contemplativas.
Dos de sus mejores estatuas son el San Francisco de la catedral de Toledo y la Magdalena Penitente para los jesuitas de Madrid. Ésta última, es una figura juvenil, llena de angustia, que sujeta con fuerza un crucifijo con la mano izquierda y con la derecha se oprime el corazón. El punto de mayor expresividad es el rostro, que da idea de inmenso sufrimiento y que proclama la contenida emoción de un arrepentimiento.
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José Luis Sánchez del Río y otros mártires mexicanos
José Luis Sánchez del Río y otros mártires mexicanos
Adolescente de 14 años da su vida por Cristo y la Iglesia. Nacido el 28 de marzo de 1913 en Sahuayo (Michoacán, México). Lo asesinaron durante la guerra cristera en su ciudad natal, el 10 de febrero de 1928 «por odio a la fe». Se mantuvo fiel a Cristo y a su Iglesia.
Beatificado el 20 de noviembre, 2005 junto con trece mexicanos mártires de la persecución religiosa de la segunda década del siglo XX.
Beatificado el 20 de noviembre, 2005 junto con trece mexicanos mártires de la persecución religiosa de la segunda década del siglo XX.
Ver también: Regnum Christi
Resumen de su VidaNace en Sahuayo, Michoacán, el 28 de marzo de 1913, hijo de Macario Sánchez y de María del Río
Un año antes de su martirio, José Luis se había unido a las fuerzas «cristeras» del general Prudencio Mendoza, enclavadas en el pueblo de Cotija, Michoacán.
El martirio fue presenciado por dos niños, uno de siete años y el otro de nueve años, que después se convertirían en fundadores de congregaciones religiosas. Uno de ellos es el padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, nacido en Cotija, quien en el libro entrevista «Mi Vida es Cristo» revela el papel decisivo que tendría para su vocación el testimonio de José Luis, de quien era amigo.
«Fue capturado por las fuerzas del gobierno, que quisieron dar a la población civil que apoyaba a los cristeros un castigo ejemplar», recuerda el fundador que entonces tenía siete años.
«Le pidieron que renegara de su fe en Cristo, so pena de muerte. José no aceptó la apostasía. Su madre estaba traspasada por la pena y la angustia, pero animaba a su hijo», añade.
«Entonces le cortaron la piel de las plantas de los pies y le obligaron a caminar por el pueblo, rumbo al cementerio --recuerda--. Él lloraba y gemía de dolor, pero no cedía. De vez en cuando se detenían y decían: "Si gritas 'Muera Cristo Rey'" te perdonamos la vida. "Di 'Muera Cristo Rey'". Pero él respondía: "Viva Cristo Rey"».
«Ya en el cementerio, antes de disparar sobre él, le pidieron por última vez si quería renegar de su fe. No lo hizo y lo mataron ahí mismo. Murió gritando como muchos otros mártires mexicanos "¡Viva Cristo Rey!"».
«Estas son imágenes imborrables de mi memoria y de la memoria del pueblo mexicano, aunque no se hable muchas veces de ellas en la historia oficial», concluye el padre Maciel.
Otro testigo de los hechos fue el niño de nueve años Enrique Amezcua Medina, fundador de la Confraternidad Sacerdotal de los Operarios del Reino de Cristo, con casas de formación tanto en México como en España y presencia en varios países del mundo.
En la biografía de la Confraternidad que él mismo fundara, el padre Amezcua narra su encuentro --que siempre consideró providencial-- con José Luis.
Según comenta en ese testimonial, haberse cruzado con el niño mártir de Sahuayo --a quien le pidió seguirlo en su camino, pero que, viéndolo tan pequeño le dijo: «Tú harás cosas que yo no podré llegar a hacer»--, determinó su entrada al sacerdocio.
Más tarde, al seminario de formación de los Operarios en Salvatierra, Guanajuato lo bautizó como Seminario de Cristo Rey y su internado se llamó «José Luis», en honor a la memoria de este futuro beato mexicano.
Los restos mortales de José Luis descansan en la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en su pueblo natal.
Cronología del joven mártir:
28-III-1913 Nació en Sahuayo, Michoacán. Sus padres se llamaban Macario Sánchez y María del Río.
03-IV-1913 Recibió el bautismo en la parroquia de Santiago Apóstol, en Sahuayo. Lo bautizó el sacerdote Luis Amezcua, vicario parroquial. Sus padrinos fueron José E. Ramírez y Angelina Ramírez.
12-X-1917 Fue confirmado por el obispo de Tehuantepec, Mons. Ignacio Plasencia.
1922 Hizo su primera comunión.
1927 En el verano fue admitido en las tropas cristeras de Cotija, como abanderado y clarín del General Guízar Morfín.
06-II-1928 En plena batalla, cedió su caballo al General y fue hecho prisionero por las tropas federales cerca de Cotija.
10-II-1928: A las 8.00 p. m. su tía Magdalena le llevó la Sagrada Comunión como viático. A las 11.00 p. m. le desollaron los pies y a golpes lo hicieron caminar hasta el panteón municipal. A las 11.30 p. m. lo apuñalaron y le dieron el tiro de gracia en la cabeza. Su último grito fue: ¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!
«Fue capturado por las fuerzas del gobierno, que quisieron dar a la población civil que apoyaba a los cristeros un castigo ejemplar», recuerda el fundador que entonces tenía siete años.
«Le pidieron que renegara de su fe en Cristo, so pena de muerte. José no aceptó la apostasía. Su madre estaba traspasada por la pena y la angustia, pero animaba a su hijo», añade.
«Entonces le cortaron la piel de las plantas de los pies y le obligaron a caminar por el pueblo, rumbo al cementerio --recuerda--. Él lloraba y gemía de dolor, pero no cedía. De vez en cuando se detenían y decían: "Si gritas 'Muera Cristo Rey'" te perdonamos la vida. "Di 'Muera Cristo Rey'". Pero él respondía: "Viva Cristo Rey"».
«Ya en el cementerio, antes de disparar sobre él, le pidieron por última vez si quería renegar de su fe. No lo hizo y lo mataron ahí mismo. Murió gritando como muchos otros mártires mexicanos "¡Viva Cristo Rey!"».
«Estas son imágenes imborrables de mi memoria y de la memoria del pueblo mexicano, aunque no se hable muchas veces de ellas en la historia oficial», concluye el padre Maciel.
Otro testigo de los hechos fue el niño de nueve años Enrique Amezcua Medina, fundador de la Confraternidad Sacerdotal de los Operarios del Reino de Cristo, con casas de formación tanto en México como en España y presencia en varios países del mundo.
En la biografía de la Confraternidad que él mismo fundara, el padre Amezcua narra su encuentro --que siempre consideró providencial-- con José Luis.
Según comenta en ese testimonial, haberse cruzado con el niño mártir de Sahuayo --a quien le pidió seguirlo en su camino, pero que, viéndolo tan pequeño le dijo: «Tú harás cosas que yo no podré llegar a hacer»--, determinó su entrada al sacerdocio.
Más tarde, al seminario de formación de los Operarios en Salvatierra, Guanajuato lo bautizó como Seminario de Cristo Rey y su internado se llamó «José Luis», en honor a la memoria de este futuro beato mexicano.
Los restos mortales de José Luis descansan en la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en su pueblo natal.
Cronología del joven mártir:
28-III-1913 Nació en Sahuayo, Michoacán. Sus padres se llamaban Macario Sánchez y María del Río.
03-IV-1913 Recibió el bautismo en la parroquia de Santiago Apóstol, en Sahuayo. Lo bautizó el sacerdote Luis Amezcua, vicario parroquial. Sus padrinos fueron José E. Ramírez y Angelina Ramírez.
12-X-1917 Fue confirmado por el obispo de Tehuantepec, Mons. Ignacio Plasencia.
1922 Hizo su primera comunión.
1927 En el verano fue admitido en las tropas cristeras de Cotija, como abanderado y clarín del General Guízar Morfín.
06-II-1928 En plena batalla, cedió su caballo al General y fue hecho prisionero por las tropas federales cerca de Cotija.
10-II-1928: A las 8.00 p. m. su tía Magdalena le llevó la Sagrada Comunión como viático. A las 11.00 p. m. le desollaron los pies y a golpes lo hicieron caminar hasta el panteón municipal. A las 11.30 p. m. lo apuñalaron y le dieron el tiro de gracia en la cabeza. Su último grito fue: ¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!
Libro sobre el santo: "José Sánchez del Río. Corazón cristero"; de Juan Pablo Ledesma. Editorial El Arca.
El Padre Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, fue su amigo y lo ha nombrado co-patrono del ECYD. El Padre Maciel dice:
«Piensen ustedes lo que pudo ser para mí y lo que fue para mí la gracia de haber tenido este amigo, y de haber recibido de él el ejemplo de morir antes que negar a nuestro Señor Jesucristo. Ese sí que, pensaba yo, era un verdadero mártir y desde luego, yo tenía una gran envidia de él y pensaba: cómo es posible que él haya sido aceptado para el martirio y yo no, y a mí, Dios no me haya concedido esa gracia de morir también mártir por su nombre. Pero José Sánchez del Río quedó siempre grabado en mi memoria y en mi corazón, y siempre lo recuerdo como un testimonio, como un gran testimonio de fe y de amor a nuestro Señor Jesucristo».
«Piensen ustedes lo que pudo ser para mí y lo que fue para mí la gracia de haber tenido este amigo, y de haber recibido de él el ejemplo de morir antes que negar a nuestro Señor Jesucristo. Ese sí que, pensaba yo, era un verdadero mártir y desde luego, yo tenía una gran envidia de él y pensaba: cómo es posible que él haya sido aceptado para el martirio y yo no, y a mí, Dios no me haya concedido esa gracia de morir también mártir por su nombre. Pero José Sánchez del Río quedó siempre grabado en mi memoria y en mi corazón, y siempre lo recuerdo como un testimonio, como un gran testimonio de fe y de amor a nuestro Señor Jesucristo».
Los mártires beatificados con el joven José Luis Sanchez:
-El sacerdote José Trinidad Rangel Montaño, nacido el 4 de junio de 1887 en Dolores Hidalgo (diócesis de León, México)
-El sacerdote Andrés Sola Molist, misionero claretiano, nacido el 7 de octubre de 1895 en Taradell (España)
-El laico y célibe Leonardo Pérez Larios, nacido el 28 de noviembre de 1883 en Lagos Moreno (México).
Los tres fueron asesinados «por odio a la fe» el 25 de abril de 1927 en Rancho de San Joaquín.
-El sacerdote de la diócesis de Veracruz, Dario Acosta Zurita, nacido el 20 de diciembre de 1908 en Naolinco (México), y asesinado en Veracruz el 25 de julio de 1931, «tres meses después de su ordenación sacerdotal», según recordó el cardenal Saraiva Martins.
-El mártir laico, abogado y padre de familia Anacleto González Flores, nacido en 1888 en Tepatitlán (Jalisco)
-El sacerdote José Trinidad Rangel Montaño, nacido el 4 de junio de 1887 en Dolores Hidalgo (diócesis de León, México)
-El sacerdote Andrés Sola Molist, misionero claretiano, nacido el 7 de octubre de 1895 en Taradell (España)
-El laico y célibe Leonardo Pérez Larios, nacido el 28 de noviembre de 1883 en Lagos Moreno (México).
Los tres fueron asesinados «por odio a la fe» el 25 de abril de 1927 en Rancho de San Joaquín.
-El sacerdote de la diócesis de Veracruz, Dario Acosta Zurita, nacido el 20 de diciembre de 1908 en Naolinco (México), y asesinado en Veracruz el 25 de julio de 1931, «tres meses después de su ordenación sacerdotal», según recordó el cardenal Saraiva Martins.
-El mártir laico, abogado y padre de familia Anacleto González Flores, nacido en 1888 en Tepatitlán (Jalisco)
Además, siete otros compañeros mártires fueron asesinados en 1928. Tres de ellos, al igual que Anacleto, pertenecían a la Acción Católica de la Juventud Mexicana.
«A estos Siervos de Dios, y especialmente a los mártires, que fueron víctimas de la intolerancia religiosa y del odio contra la Iglesia, encomendamos la paz del mundo», dijo el cardenal Saraiva al reconocerse su martirio.
«A estos Siervos de Dios, y especialmente a los mártires, que fueron víctimas de la intolerancia religiosa y del odio contra la Iglesia, encomendamos la paz del mundo», dijo el cardenal Saraiva al reconocerse su martirio.
Santa Gertrudis Mística
Santa Gertrudis nació en Eisleben, Alemania en el año 1256. La santa es considerada como patrona de las personas místicas; y fue ella quien propagó la devoción al Sagrado Corazón y el culto a San José.
Hasta los 25 años Santa Gertrudis fue una monja como las demás, dedicada a la oración, a los trabajos manuales y a la meditación. Sentía una inclinación sumamente grande por los estudios. Fue a esta edad que recibió la primera revelación, la cual transformaría su vida para siempre.
Los especialistas afirman que los libros de Santa Gertrudis son, junto con las obras de Santa Teresa y Santa Catalina, las obras más útiles que una mujer haya dado a la Iglesia para alimentar la piedad de las personas que desean dedicarse a la vida contemplativa. Es una de las Patronas de los escritores católicos.
Murió el 17 de noviembre del año 1302.
Hasta los 25 años Santa Gertrudis fue una monja como las demás, dedicada a la oración, a los trabajos manuales y a la meditación. Sentía una inclinación sumamente grande por los estudios. Fue a esta edad que recibió la primera revelación, la cual transformaría su vida para siempre.
Los especialistas afirman que los libros de Santa Gertrudis son, junto con las obras de Santa Teresa y Santa Catalina, las obras más útiles que una mujer haya dado a la Iglesia para alimentar la piedad de las personas que desean dedicarse a la vida contemplativa. Es una de las Patronas de los escritores católicos.
Murió el 17 de noviembre del año 1302.
Acolitos
Las familias han entrado en crisis, y la catequesis parroquial no abarca ya a los pre-adolescentes y adolescentes.
Es preciso no desaprovechar oportunidades para formar espiritualmente a los muchachos.
Hoy la Iglesia es llamada a ser "toda ministerial". Esto significa que también en la pre-adolescencia están llamados a ejercer un servicio propio. No esperemos formar mentalidad de servicio en los adultos, sino crear actitudes de servicio en los muchachos, para asegurar ministros en el futuro.
Por eso es importante la formación de los monaguillos, aun en vista de una elección vocacional más comprometida en la Iglesia.
No podemos negar que nuestros acólitos son, en general, pre-adolescentes.
Queriendo responder a esta urgencia, ofrecemos este subsidio.
Fue naciendo del trabajo con monaguillos pre-adolescentes. Y se han llevado a la práctica las dos primeras etapas, así que no nace en el escritorio.
En la parroquia, el equipo de liturgia había formado un buen grupo de servidores del altar, incluso los había provisto de túnica y espaulario blancos.
Eran 20 muchachos, de entre 10 y 12 años de edad. Se reunían cada ocho días para distribuírse el servicio y realizar algún ensayo. Era una buena oportunidad de trabajo con pre-adolescentes, así que se les fueron ofreciendo algunos temas.
Se pusieron algunas pruebas que debían superar para proseguir adelante, y algunos requisitos de admisión. Porque otros muchachos deseaban ingresar (más por reforzarlos en la liga infantil de fútbol que por ayudar las Misas).
Realizadas las tareas y temas de la primera etapa, recibieron el curso intensivo sobre Eucaristía, ya estructurado, y recibieron sus vestiduras solemnemente.
Este grupo se desbarató por varios motivos. Los nuevos sacerdotes no les aceptaban sus servicios. Hubo dos relevos de sacristanes y tenían distintos criterios para aceptarlos. Muchos eventuales ejercían su función. El instructor se casó y dejó de asesorarlos.
Después de un curso pre-sacramental para rezagados de Primera Comunión, y otro de Confirmaciones, se volvió a iniciar otro intento. Estos muchachos de periferia perseveraron hasta la recepción de vestiduras. El grupo se disolvió por falta de espacios: eran muchos para el templo parroquial y en las capellanías no les daban oportunidad.
Por un tiempo se formaban equipos ocasionales de adolescentes o jóvenes para cubrir alguna ceremonia especial (visita pastoral, toma de posesión de párroco , canta-misas). Se ensayaron algunos trajes laicales, pero preferían albas amplias ceñidas.
Con algunos antiguos elementos que habían seguido el proceso, se planeó un tercer intento. Llegó también sólo a su segunda etapa. Les faltaba experiencia para impartir temas y para manejar grupos. Por eso añadimos un cuarto curso para una cuarta etapa.
Creímos que el material podría ser útil a otros, por eso decidimos publicarlo.
Se trata de simples indicaciones y el señalamiento de un camino, que en cada lugar verán el modo más conveniente de usarlo, según sus circunstancias. Más ahora que la posibilidad del servicio del altar se ha abierto a la participación de mujeres.
Preferimos ofrecer todos los materiales, pues es mejor que abunden elementos.
Este subsidio no es directamente para cada muchacho, sino para sus educadores (catequistas, maestros, instructores, sacerdotes, etc.).
Agradecemos las observaciones, aportaciones y correcciones, nacidas de su variada experiencia, que nos hagan para mejorar este material.
Ponemos en manos de María nuestro servicio, para que su intercesión nos obtenga fecundidad ministerial.
La Musica Regalo de Dios
“LA MUSICA REGALO DE DIOS”
Orígenes y algunas de sus fuentes.
Por Miguel Vázquez Aguilar.
Entusiasta y con mucho empeño debió ser el que dedicó Fray Juan de caro. Motolinia señala:
“Era un padre viejo, que pienso no tiene pequeña corona delante de Dios, y penitus ninguna
cosa sabía de la lengua de los indios, sino la nuestra castellana y hablaba en forma y seso con los
muchachos Como si fueran cuerdos españoles. Los que le oíamos no nos podíamos valer de risa,
y los muchachos, la boca abierta, oyéndole muy atentos por ver lo que quería decir. Fue cosa de
maravilla, que al principio ninguna cosa entendían, ni el viejo tenía intérprete, en poco tiempo le
entendieron de tal manera, que no sólo deprendieron y salieron con el canto llano, sino también
con el canto de órgano, e agora hay muchas capillas e muchos cantores de ellos diestros que las
rigen y entonan…”
No podemos dejar de mencionar que entre los que auxiliaron primeramente en la enseñanza de la
música, debe mencionarse en lugar importante, a Fray Toribio de Benavente, “Motolinia”.
Los resultados obtenidos los consignaremos en el próximo capítulo. Pero como anticipo debemos
señalar que no eran muy alentadores, diciendo el propio Motolinia¨: “Algunos se burlaban de ellos
porque parecían desentonados y tener flacas voces; y en verdad no las tienen tan recias ni tan
suaves como los españoles, y creo que lo causa andar descalzos y mal arropados los pechos, y ser
las comidas tan pobres”.
La dedicación y la inflamada caridad que movía a los misioneros en las aras de un sublime ideal
como era “ganar almas para el cielo” y remediar las necesidades de los naturales, no sólo les ganó
El cariño y el amor de los indios que los veneraban como sus más esforzados defensores, sino que
pronto les entregó frutos materiales de progreso en la labor cultural que desarrollaron.
Sus admirables esfuerzos, su agobiador trabajo sin desmayo y su indomable tenacidad, han
merecido comentarios tan significativos, como aquel que les dedicó el Lic. José Vasconcelos
(siendo Secretario de Educación Pública en el régimen presidencial del General Álvaro Obregón),
en la página 141 de su “Indología”; dice: “No creo que sea posible ni atinada la labor educativa
que no tome en cuenta el sistema de los misioneros, sistema cuyos resultados no solo no se
han podido superar, pero ni siquiera igualar. La educación Pública, como esfuerzo organizado y
sistemático, se inicia en el continente americano con el trabajo de los misioneros católicos. Lo
menos que se puede decir del sistema educativo de los misioneros, es que constituyó un esfuerzo
cabal”.
Y ese esfuerzo cabal, unido a las calidades de los indios, rindió copiosamente en la música. El
adelanto empezó a hacerse patente poco a poco. El primer escollo que hubo de superar fue el de
la diversidad de escalas: de la pentafonía al diatonismo; o dicho en otros términos, del producto
de una cultura primitiva a los hallazgos y adquisiciones de un refinamiento superior; de un impulso
espontáneo a las sutilezas de los modos eclesiásticos, pacientemente meditados, erigidos en
sistema a través de largas observaciones. Sin contar con que la música europea, especialmente la
eclesiástica, poseía un simbolismo intelectual prodigaba, a los entendidos, un goce especial que,
aún en nuestros días, escapa a los indoctos.
Continuara……………………………………
El Arte Católico
Arte en la Iglesia Católica
El arte en la esfera del Catolicismo se compone de todas las obras visuales creadas con la intención de ilustrar, suplementar y retratar en forma tangible las enseñanazas de esta religión. Esto incluye esculturas, pinturas, mosaicos, arte en metal, bordado y arquitectura. El arte católico ha jugado un rol importante en la historia y el desarrollo del arte occidental desde por lo menos el siglo IV. El principal tema en el arte católico ha sido la vida y tiempos deJesucristo, junto con sus discípulos, los santos, y los eventos del Antiguo Testamento.
Las obras de arte católicas más tempranas que han sobrevivido son los frescos en las paredes de las catacumbas y casas de reunión de los cristianos perseguidos por el Imperio Romano. Los sarcófagos de piedra de cristianos romanos exhiben los más antiguos santuarios esculpidos de Jesús, María y otras figuras bíblicas. La legalización del cristianismo transformó el arte católico, que adoptó formas más ricas tales como mosaicos y manuscritos iluminados. La controversia iconoclasta separó brevemente a las iglesias de Oriente y Occidente. A partir de entonces el desarrollo artístico siguió en direcciones diferentes. El arte romántico y el arte gótico florecieron en la iglesia de occidente mientras el estilo pictórico y estatuario siguió una dirección cada vez más naturalista. La Reforma protestante, produjo nuevas olas de destrucción de imágenes, a lo que la iglesia respondió con los dramáticos y emotivos estilos barroco y rococó. En el siglo XIX el liderazgo en el arte occidental se apartó de la Iglesia Católica, que abrazó una renovación histórica, siendo cada vez más afectada por el movimiento modernista.
San Eustaquio
SAN EUSTAQUIO
(ca.130)
Brotes de fe rompen en floración de mártires como manzano en primavera. El ejército romano es testigo de este retoñar cristiano; en las filas de sus legiones germina la fe. El orgulloso vencedor muere mansamente en la arena.
En la vida de San Eustaquio hay mucho de mano divina y no poco de piadosa invención humana. Muy extrañas coincidencias. Su nombre, Plácido, cortado a la medida para patricio circunspecto, morigerado, afable, crisol de virtudes humanas; el Eustaquio cristiano —fortaleza, solidez y firmeza—, predicción de una existencia movida bajo el signo de la cruz.
Algunas páginas de su crónica parecen arrancadas de la Sagrada Escritura: conversión con fulgores de camino de Damasco; Antiguo Testamento rememorado en pruebas, réplica de las de Job y escena de jóvenes del horno de Babilonia.
Que muchos detalles de la vida de nuestro Santo —por más interesantes que parezcan— no tengan visos de realidad, no altera la substancia. Lo que no se puede negar, sopena de correr la aventura de enfrentarse con los hechos, es ese hilo de verdadero amor que, sin saber cómo ni dónde, salta de las profundidades del tiempo y marca toda una ruta devocional. Una ferviente e ininterrumpida, a veces vibrante y otras tenue, admiración por el soldado Eustaquio. En días de cristianismo heroico, martirial, brilla en Oriente y Occidente, en la aurora cristiana, como un símbolo de fortaleza y un estimulante del espíritu. Cuando la santidad andaba por el mundo cubierta de ornamentos rojos —días de mártires—, estos símbolos de fortaleza adquieren un valor de plena vigencia.
En dísticos latinos —poeta de empaque clásico— se nos presenta el varón —fuerza y vigor— de preclaras virtudes, esforzado soldado auroleado de esa majestad, prudencia y ecuanimidad evocada en su nombre.
Baronio, al hablar de nuestro Santo, cita el Plácido de Flavio Josefo, jefe de la Legión X, en la guerra contra los judíos. Allá por el filo mismo de los siglos I y II se distingue como oficial de Vespasiano y Tito en el sitio de Jerusalén.
Su vida —como la de cualquier romano de entonces— la llenaba el quehacer de las armas, las ansias de conquista, el regusto del triunfo. En este ocaso de su grandeza la sociedad romana procuraba romper la monotonía de una vida fácil con ocios placenteros. A veces sus distracciones eran legítimas e inofensivas. Muchas llevaban el sello de un decadente paganismo. En el caso de nuestro soldado, le privaba la caza, deporte sano y ocupación honesta.
Salió al campo y aquel mismo día Cristo sale también de caza. Coincidieron los dos en el mismo recoveco de un monte escarpado. Ambos de acecho y a la espera.
Cuadro lleno de agreste misterio, divinos esplendores y humana poesía. La jornada era de auténtico éxito. A la vista, un verdadero ejército de ciervos; sobresale uno por su belleza. Plácido le sigue y se sitúa para dar con la presa codiciada. Pero la estrategia divina toma delantera, y nos dice ingenuamente la crónica que "el cazador fue cazado en las redes de la misericordia divina": una luz fulgurante ilumina las astas del ciervo que, en forma de cruz, sostiene la figura humana del Salvador.
Un cuadro de auténtica remembranza bíblica: Dios pone sus palabras en boca de un animal: "Oh, Plácido, ¿por qué me sigues? Soy el Cristo que ignoras".
"Dame fortaleza y vigor para soportarlo...". humilde súplica a las palabras de Cristo.
Siguiendo la voz de Dios, busca un sacerdote que le instruya en la fe y vuelve a su rincón de luz a recibir nuevas instrucciones.
Un escenógrafo hubiera echado mano de este paraje para un decorado de milagro y de misterio: entre el Tibur y el Prenestre, cerca de Guadagnolo, entre los pliegues caprichosos de unos montes; en un rincón, por techo el cielo. En Monterella, lugar próximo, apareció la tabla de dedicación de una iglesia por el papa Silvestre I en honor de San Eustaquio. En sugerentes miniaturas y xilografías de libros litúrgicos e históricos se conservan ingenuos recuerdos de la escena.
Fe de sentido militante. Había sido la milicia ocupación de su vida. Su esposa, la noble Taciana, cristiana Teopista, y sus hijos Agapito y Teopisto, son su primera conquista: un sueño, llamada de Dios, les presenta un cazador, un ciervo, un monte..., el signo de la cruz. Visión sublime que abre de par en par sus espíritus. Ven la luz de Dios calando en el alma del padre.
El presbítero Juan les lava con las aguas de la regeneración y les arma caballeros de Cristo con el escudo de la fe. Pasan a las filas de Cristo. Humilde, penitente, se acerca a la ciudad santa de Jerusalén, donde se asomara ambicioso soldado en busca de gloria. Ahora tras el signo de la cruz, siguiendo el rastro del Crucificado.
Buena conquista la de Plácido; Cristo puede contar con incondicional y valiente soldado. No olvidemos —es una división exacta de la fisonomía de los santos— que los mejores elementos son el hombre de piedra o el hombre de fuego, el que resiste o el que arde. Aquí tenemos un hombre de piedra.
No se hacen esperar las pruebas: esclavos y ganados mueren de contagio; pronto vendría el golpe sobre su esposa e hijos. De momento prefiere la soledad. Dejar el alma más libre y limpia para sumergirla totalmente, con más pureza, en Dios. Decide marcharse al desierto, a Egipto. La devoción cristiana acaso fabricara este dato con la asociación —salvando una valla de siglos— de la santidad que floreciera entre los santos eremitas. Se hace a la mar con su esposa e hijos, mas el patrón del navío, prendado de Teopista, desembarca al padre e hijos y levando anclas, dueño de la presa codiciada, zarpa para Siria. Continúa sin interesarnos la geografía.
La leyenda tiene verdadero afán en decorar la vida de los santos. No cesa en su empeño. Ahora nos presenta a San Eustaquio atravesando el desierto y abocado de pronto a las márgenes de un río. Pasa sus hijos en hombros. Uno en cada orilla (el padre nadaba para ir a recoger el segundo), aparecer unas fieras y se llevan sus seres queridos. Todo parece dispuesto con precisión matemática, como por un resorte. La imaginación popular llegó a ver un león y una loba. La historia —y nosotros con ella— ve la soledad de un esposo y un padre. Sin especificar circunstancias. Son éstas las parcelas que la historia cede al cultivo de la leyenda.
Eustaquio solo en el mundo. Así pensarían quienes no sintieran el pulso de la mano de Dios. Para el mundo es una auténtica paradoja; para los santos, estos golpes y pruebas son indicadores puestos a lo largo del camino.
"Señor, que me habéis privado de la esposa y los hijos: Disponed ahora del padre según vuestra santa voluntad..."; sólo un alma de temple de santo responde así. El vendaval le llevaba al puerto, y en su arribada encuentra la felicidad. En una insignificante aldea, Badisa, sirve durante catorce años a un rico granjero. Pasa desapercibido. Sólo le ven los ojos de Dios.
En la vida de los santos Dios lleva el traspunte. A menudo sale el milagro a escena. Un buen día se ve, con sorpresa, incorporado, con todos los honores, al ejército. Sus hijos, libres de las fieras, alistados en aquellas mismas legiones. La voz de la sangre se reconoce. Llevada de la mano de Dios, aparece Teopista para completar aquel cuadro de hogareña felicidad. El criado, los jóvenes soldados y la sirviente Teopista, la familia del rehabilitado general.
Los mismos laureles con que Marte regalara al esforzado Plácido, se los depara la Providencia a Eustaquio. La santidad no anula las cualidades humanas. Les pone la etiqueta de su destino: Dios. Roma le espera para recibir los honores del triunfo. Se preparan festejos extraordinarios y número insustituible —el primero y fundamental—, sacrificar a los dioses. A Eustaquio, protagonista de la aclamación, le corresponde su turno. Ha de acercarse al altar y hacer su ofrecimiento. Pero no da un paso hacia el ara sagrada. Confiesa su fe y reserva el sacrificio cruento de su vida para Cristo. El índice de Dios le marca un camino que no es precisamente el de recibir el laurel que corone su cabeza.
Rubrica su nombre, fortaleza, con su propia sangre. Auténtico e infalsificable refrendo. La cárcel, las cadenas, las fieras..., incapaz de doblegar al soldado de Cristo. Se echa mano de los medios que con más refinamiento inventó la malicia humana. No faltó el martirio del corazón: su esposa e hijos serían compañeros. Pero Dios saca vida de la muerte misma; pasan los tormentos sin conseguir otra cosa que profundizar —como los temporales de invierno— las raíces de su fe profunda.
Nos dicen sus biógrafos que, como los jóvenes de Babilonia, fueron pasados por el fuego. Crisol de purificación. Encerrados en un toro de bronce candente, ni un cabello de su cabeza quedó chamuscado. Parece que nuestros santos —como niños grandes— sienten placer en burlarse de la maligna condición humana, riéndose de las leyes y desafiándolas y actuando contra naturaleza y contra corriente.
Aunque el fuego ni siquiera ahuma sus vestidos, milagrosamente, glorificando a la Santísima Trinidad y cantando himnos de alabanza, sus almas, como una angélica exhalación, vuelan al Señor, con la aureola del martirio. Dicen que el 20 de septiembre del año 130; los Bolandos el 128. Poco interesa la cronología. Lo cierto es que al final del primer tercio del siglo II estos insignes mártires dieron testimonio de su fe. La fecha se encuentra borrosa en los anales y crónicas.
Sus cuerpos fueron recogidos, como aliento de vida en los fragores y tempestades del naciente cristianismo. Su memoria, evocación de triunfo y fortaleza. Atraviesan la época gloriosa dejando una estela de luz, esperanza y optimismo. Esto explica la íntima y profunda devoción. Hasta la remota España llegan las venerandas reliquias y en el recoleto rincón del convento de Santa Clara de Madrid se guardan como un tesoro. Los fieles acudieron, confiadamente, en busca de fortaleza. Esa virtud que da un tono especial a la vida cristiana.
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